Holbosch, como lo pronuncian los nativos, es una pequeña isla situada en el norte del estado de Quintana Roo. Tiene playas paradisíacas, selva baja-mediana y el pequeño pueblo. Todas las calles son de tierra/arena. Los coches están prohibidos y todo el mundo va en bicicleta, moto o carrito de golf o caminando.
Para llegar a éste pequeño paraíso fuimos desde Cancún en bus al puerto Chiquilá. 2.5 horas por carretera más o menos y si te logras dormir es buen momento para reponer fuerzas. Habiamos llegado la tarde anterior y con el jetlag y el vuelo en que trabajamos un montón, y que nos levantaramos pronto, estábamos todas cansadas. Nos vino de lujo. En el puerto salen los ferries cada 30 minutos. Llegamos justos. Visita al baño y ¡abordamos! La travesía dura 30 minutos. Casi no se vei la isla en el horizonte. Más que nada por ser muy bajita la vegetación. El mar estaba revuelto y de un color verde esmeralda opaco y se mezclaba con el verde de la selva.
¡Vamos pa’lla!
El sol no se decidía si salir o no. Pero la temperatura era muy agradable aunque con el viento luego nos daría un poco de frío. 2 días antes les habia tocado una tormenta del Norte y todas las calles tenían grandes charcos de agua. Vamos esquivando el agua e intentando no meter los pies en barro en camino a nuestro hostal “Corazoncito Mexicano”. Está “apartado”. Significa que está 4 calles más allá y a 10 minutos del centro. 🤔 Todo es relativo ¿no? El hostal son apartamentos, cada uno con puertas pintadas de diferentes modos y muy colorido.
Dejamos las cosas, nos pusimos chanclas y protección solar y fuimos a descubrir la isla. Como las calles estaban llenas de barro decidimos ir en carro-taxi directamente a la playa y comer ahí. Ya tendremos tiempo para recorrer el centro. Como el sol baja pronto, sobre las 18hrs, hay que aprovechar para ir a la playa Mosquitos.
Pedimos totopos y guacamole (¿como no?) y ceviche de pescado y marisco. Yo lo acompañé de un jugo de carambola. Buenísimo todo. Nos pusimos finas finas. Con energía repuesta nos vamos a pasear por la playa. Dejo que las fotos hablen por si solas.
Las chicas se sacaron 1 millón de selfies y vídeos para instagram y hubiesen seguido hasta bajar el sol si no les digo que ya estaba aburrida de tanto postureo jajaja fueron buenas y nos fuimos en búsqueda de un bar para tomar algo y ver la puesta de sol. Al final, el bar de donde se ve mejor la puesta estaba lleno. Se compraron sus cervezas y bajamos a la playa. Desde unas hamacas disfrutamos de la tranquilidad que siempre llega con el atardecer.
Las chicas habían estado en bikini pero yo lo encontré demasiado fresco. Al bajar el sol refrescó aún más y pasamos frío en el camino de vuelta al hostal. A la vuelta pasamos por el centro pero no paramos a mirar nada. El plan era ir al hostal, ducharnos y volver al centro para cenar y ver la vida nocturna de la isla.
Buen plan pero mi estómago decidió otra cosa para mi. La verdad que llevaba sintiéndome “rara” todo el día. Después del almuerzo me empezaron a dar calambres y retorcijones pero no les había echo mucho caso. Mientras ellas se fueron al centro yo me quedé paseando entre la cama y el baño. Más detalles no voy a dar. Creo que sabrán como es esa aventura.🤢
El día siguiente amaneció nublado y lloviendo. Yo ya había decidido volver a Cancún porque seguía sintiéndome mal. Las chicas, viendo que no aclaraba el día, también quisieron volver. Hay muy poca cosa para hacer si no hace día de playa. Queríamos ir a desayunar en el centro antes de ir al ferry pero estaba lloviendo y nos dice la chica del hostal que ningún taxi vendría a buscarnos por los charcos. Si se les rompe el carrito están vendidos y como estamos en zona apartada no se arriesgan. Ahora entiendo más lo de apartado… bueno, a caminar en la lluvia. No nos quedaba otra. Salimos a la calle y justo pasa un carrito-lujo. Negro y con 3 asientos atrás. El Mercedes de los carritos. Yo digo en voz media alta: “Nos podría llevar al centro”. El chofer da un frenazo y sale del carrito. “¡Claro que las llevo! ¿Dónde quieren ir?” Me oyó. Es Alberto, de Vallecas (España). Lleva en la isla 30 años. Es constructor y ha hecho el 90% de las casas de la isla (según el). Nos subimos y nos va contando como ha crecido la población y la construcción en la isla y entre medio saluda a todos que pasamos. Todo el mundo le saluda con su nombre. Nos invitó a comer pulpo a la gallega en su casa a medio día pero las chicas resistieron la tentación y decidieron seguir el plan de volver. Yo no iba a comer pulpo ni nada así que no fue difícil decisión para mi. Alberto nos dejó en el restaurante “Rosa mexicana”. Aquí tienen un desayuno tipo buffet con fruta, huevos a tu gusto etc. Yo disfruté de una manzanilla y 2 tostadas que no me sentaron del todo bien jajaja
Después de patinar entre charcos y barro hasta el puerto yo hice una visita estrategica al baño del puerto y estaba preparada para volver a abordar. El ferry nos dio entretenimiento en forma de un cubano con rastas cantando rancheras y canciones varias. Una vez en Chiquilá tuvimos que esperar 40 minutos por el siguiente bus con plazas. Pero lo aprovechamos para comprar comida y/o visitar el baño. Logré dormir casi todo el trayecto en bus. No hubo ninguna emergencia aunque me seguia dando retorcijones.
Llegamos al puerto y las chicas deciden ir al cine (ya que estában cerca…). Hay cines VIP que tienen butacas casi como camas y puedes pedir comida desde ahí mismo. Yo, obviamente, me fui directa al hotel sin pasar por ningún baño. Dormí un rato y luego intenté comer un poco de pescado blanco sin nada. Me fue más o menos. Después de una pausa probé el caldo de pollo del buffet y ahora me fue mejor. Contenta volví a meterme en cama. A veces todo lo que hace falta para sentirte feliz es un poco de caldo. Al día siguiente teníamos la vuelta a Madrid. Trabajando. Eso fue algo incómodo pero mis compañeros me ayudaron un montón. Ayudé en lo que podía con pequeñas escapadas al baño por supuesto. Una vez dado el servicio me encontraba agotada. Por suerte habían unos asientos libres y pude descansar ahí tranquilamente.
Una pequeña aventura que quedó inconclusa. Faltó ver más de Holbox y ver las otras playas. Yo quiero hacer SUP también por supuesto. A ver cuando podré volver.